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Adquiriendo destreza y conocimiento


La destreza es una habilidad que se aprende. Por ejemplo, no es necesario aprender a respirar pero sí tenemos que aprender a caminar. El niño comienza a ensayar y por fin a dar pasitos, hasta obtener la maestría del proceso de caminar. Si uno se enferma gravemente es posible olvidarlo y tener que aprender a caminar de nuevo.

La mayoría de la gente aprende a caminar antes de los dos años sin profesor, sólo por medio del ejemplo de sus padres u otros familiares y por lo general teniendo un fin, alcanzar hasta el estante del papá o quizás de salir al patio. Lo que sucede es que de alguna manera el niño aprende a caminar. No es necesario enseñarle nada en cuanto a ello, solito lo aprende. Algunos niños aprenden a caminar a los 8 meses, otros tardan hasta los 18 meses. Pero en ausencia de alguna enfermedad que lo impida, casi todos lo han aprendido al momento de celebrar el segundo cumpleaños.

Supongamos que se decide enseñar a caminar. Se requeriría que aprendan el nombre de cada hueso de las extremidades, y otras partes de la anatomía de los pies. Habría que hablar en relación al sistema de mantener el equilibrio, balanceando en un pie mientras se mueve el otro. Después hay que ensayar el procedimiento de tomar un paso—no dos o tres, sino uno sólo—

porque así se aprenden las cosas en la escuela, en forma sistemática. De esta manera seguramente descubriríamos niños que parecen estar incapacitados para caminar, así como ya encontramos a niños que el sistema escolar ha dejado con dificultades y desmotivados para la lectura o escritura. Pero ese no es el modo natural para aprender.

Los padres son los mejores modelos.

El niño aprende lo que él desea saber. Los padres no tienen problema al facilitar los procesos de vestirse, usar el tenedor, atar los zapatos, y en fin, un tremendo conjunto de destrezas que el niño ya ha adquirido antes de presentarse al colegio. Y ¿por qué pensamos que no se puede aprender a leer del mismo modo?

La verdad es que si tenemos paciencia, si esperamos a que se interese, y nos empeñamos en crear oportunidades que le ofrecen la necesidad de saberlo, el niño aprenderá todo lo que necesita a cada momento.

Un día le pregunté a uno de mis hijos, el que es ingeniero electrónico, si acaso había aprendido las tablas de multiplicación. Este joven, que fue educado en casa, me aseguró que los había aprendido unas tres veces y que aún no las sabía todas. “Siempre me olvido del 7 x 8,” me dijo, “pero puedo calcularlo fácilmente.” En este día de calculadoras ¿vale la pena aprender las tablas? Lo básico es que el niño comprenda lo que significa la multiplicación, y para la mayoría de los casos las tablas no lo son. Es decir, quizás hay algunas destrezas más básicas que otras.

Además, debemos tener en cuenta que una destreza será más importante para uno que otro, según el enfoque de su talento o habilidad natural. El que va a ser escritor tendrá que conocer los detalles de la gramática, pero no el pintor o el mecánico. El que va a ser astrónomo tendrá que comprender bien la matemática, pero quizás no será de tanta importancia para el poeta.

También es importante que nosotros, como padres, mostremos la destreza que deseamos modelar para el niño, puesto que el ejemplo y el ánimo que le ofrecemos son las dos herramientas más valiosas para el aprendizaje.

No olvidemos que nadie aprende a caminar para recibir una nota o para pasar al otro curso. Se aprende a caminar para poder llegar a algún lugar. De igual forma el niño que se percata de lo interesante que son las historias de los libros, seguramente hará el esfuerzo necesario para adquirir destreza en la lectura. Y por otro lado, a los niños que les falta la experiencia de escuchar los cuentos leídos por sus padres, les será difícil interesarse en la lectura aún cuando la maestra se preocupe de enseñarles.

El conocimiento. El conocimiento no se aprende por la repetición. En el pasado los niños tenían que recitar los datos que se deseaba enseñarles. Y ¿qué pasó? Al completar el examen todo quedó olvidado. Las dinastías de Europa, la tabla de los elementos químicos, los verbos latinos, las capitales de los países (muchos de las cuales han sido cambiadas desde entonces)—toda esta información no es conocimiento

El conocimiento consiste en datos organizados en una forma útil, es decir, no organizados en un libro o currículo pero organizados en referencia a la comprensión del individuo que lo quiere aprender. Como dijimos al principio, la mente está dedicada a buscar el diseño. Si se comprende el diseño de la química o de la geografía, no será importante memorizarla toda para saberla. Y veamos que cada persona va a tenerlo organizado de distinta manera. Por ejemplo, en el colegio quizás aprendimos que Afganistán se ubicaba cerca de la India pero en realidad poco se sabía de ella. Ahora, después del ataque a las torres gemelas, todo el mundo sabe muchos datos en cuanto a este país. En el momento de tener significado, se adquiere el conocimiento sin esfuerzo.

Los padres que desean ayudar a sus hijos en la adquisición del conocimiento sólo tienen que aprovecharse de las oportunidades que la vida les presenta. Si la abuelita va a someterse a la cirugía para corregir la vista, se presenta la oportunidad para conversar acerca de la óptica, la anatomía del ojo, y de la profesión de cirujano. ¿Se cortó la niña el dedo? Oportunidad para hacer un esquema de la circulación de la sangre, o leer algo en cuanto a los primeros auxilios. ¿Encontraron una araña en el patio? Vamos a la biblioteca para buscar el nombre. Esta forma de conocimiento no se olvida jamás.

El cerebro no es simplemente una botella que espera ser llenada. Tampoco es como una esponja que todo lo absorbe. Es un órgano muy complicado que nos ayuda a diferenciar entre lo importante y lo que no lo es. Pero si dejamos que los profesores tomen estas decisiones, ya lo hemos menospreciado. Pronto no tendrá el niño la habilidad de aprender en forma correcta, buscando el diseño que tiene significado para él. Por lo tanto es importante que los padres no solamente protejan a sus hijos de esa forma de educación, pero que tampoco los incorporen ellos mismos en sus esfuerzos por educarlos.

Resumiendo entonces, ¿cómo asegurar que los niños adquieran una destreza básica? Primero, es necesario determinar si están listos para aprenderla. Se necesita madurez, quizás algo de experiencia, y a veces otras destrezas previas. Segundo, se necesita el modelo, especialmente de los padres. Tercero, se necesita alguna razón: porque es útil, porque le interesa, porque le puede ayudar en alguna forma. Cuarto, el niño debe poseer una aptitud para tal destreza. Así como algunos nunca van a poder tocar un instrumento de música, otros no van a lograr comprender el álgebra.

Y ¿cómo conseguir que los hijos adquieran suficiente conocimiento? Primero, lo más importante es contestarles las preguntas. Cuando los niños están haciendo preguntas es precisamente cuando están aprendiendo. Segundo, la información tiene que ser pertinente, relacionada a su experiencia. Tercero, es necesario proveer herramientas de referencia, ya sea mapas, diccionarios, y enciclopedias por ejemplo. El texto que el padre usó en la universidad puede servir al hijo para buscar respuestas a sus preguntas.

Piénselo así: Se está construyendo una pared. Cada ladrillo es un dato y el cemento es la experiencia que los une y sostiene a toda la pared. Este tipo de educación es inestimable y no se perderá al llegar el verano. Es la educación de los sabios, de los líderes, de los que saben y saben que lo saben.


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